miércoles, julio 28, 2010

REYES Y ANTONIO: ¿QUIÉN LOS UNIÓ?

Existen casualidades en la vida que te llevan a creer en el destino o, al menos, que existe alguien en el mundo que va uniendo hilos e hilos para unir a personas o grupos. A veces, esa persona que nos une es como una celestina: una abuelita encantadora como la maga de la Cenicienta, que te regala hasta magdalenas que hizo por la mañana y te hace carantoñas en las mejillas, hasta que te se te quedan coloradas, otras veces es un jodido duendecillo que se encapricha por unir a personas que son como la cal y la arena, y que sabes que no llegarán ni a la vuelta a de la esquina.

Pues a mi parejita, las unió una celestina de las grandes, con un corazón inmenso, eso seguro. Bueno y les regaló una cesta entera de magdalenas de todos los sabores. En fin, que primero conocí a Reyes, fue en 2002, en el primer año de carrera de Historia del Arte, sí eso creo. Fue gracias a Belén (otra gran amiga, ya escribiré sobre ti), allí estaban aquel día sentadas en el patio de Arte, y yo me pregunté quién será esa chica? Me pareció guapa ya el primer día, aunque muy tímida y calladita, bueno eso era al principio, hasta que cogió confianza. Dos besitos y luego, ya empezamos una amistad que transformamos en un grupo formado por cuatro chicas: Inma, Vane, Belén y la misma Reyes, y por un chico, que soy yo. Aunque no fue hasta el tercer año de carrera cuando ya éramos un grupo de amigos de toda la vida.
Mientras, Antonio se unió al grupo al hacerse novio de Reyes (qué suerte la tuya, eh!) y se convirtió en uno de mis mejores amigos. Él, encima, es que pega con la niña, son tranquilitos, bellos, enamorados, inteligentes, educados, vamos, dos joyitas! Y, eso que él es de Pino Montano y ella del Cerro, y sin coche... se les hará complicado, esto es: de punta a punta, y tiro porque me toca! Bah, yo también soy muy exagerado...
Ah, la foto es de la cena de fin de carrera, qué bien lo pasamos y qué guap@s que iban tod@s, bueno... los pijos, no! Esa era otra cosa en la que coincidíamos: no soportábamos al grupo de pijitos de la clase, o el grupo "guay" como a mí me gustaba llamarlos, una panda de elitistas. Nosotros, la verdad, no aparentábamos demasiado que nos cayeran mal, aunque alguno se salvaba. Las casualidades se convierten en costumbre cuando te encuentras con esta parejita por la calle, una y otra vez, con lo grande que es Sevilla! Alguna de esas sí que me asusté, y por favor, qué nadie me llame más por la espalda! Ahora, sólo me queda intentar quedar algún día para hacer senderismo con vosotros, aunque os aviso: no tengo ni idea de senderismo, espero no perderme. Confío en vosotros.

David Galisteo, 18 de marzo de 2008


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